Emprendimos el camino hacia Dakar por
la mañana. Teniamos que cruzar Gambia y por lo que nos habian
contado era bastante complicado y podiamos estar horas. Así fué,
llegamos a Gambia y después de conseguir que no nos cobraran en cada
parada de control, llegamos al cruce del rio Gambia. En este lugar
había gente esperando desde hacia dias.
El rio Gambia cruza todo el país y lo
separa en dos partes, como los senegaleses deben pasar por allí para
ir de una punta de Senegal a otra, no quieren construir ningún
puente, ya que al utilizar el barco para traspasar el rio se llevan
un buen beneficio. Así pues, aguantando el termometro a 42 grados,
estuvimos allí 5 horas esperando nuestro turno para subir al ferri y
cruzar a la otra parte del país. El viaje en el barco duró 10
minutos.
Una vez allí, visitamos algún mercado
gambiano (muy parecidos a los senegaleses) y volvimos a cruzar la
frontera. Desde allí, nos dirigimos a Sally, una ciudad cercana a
Dakar pero muy turistica. Este lugar estaba lleno de complejos hoteleros, gente europea que viaje allí y casi no se entera de la realidad del país. Si vas a Sally y no visitas nada más no te puedes hacer ni una pequeña idea de lo que el es realmente Senegal. Así que huimos rapidamente de este lugar.
Llegamos a Dakar y nuestro guia Ismaila nos presentó a su familia. Estuvimos un rato largo conociendo a todos los vecinos de su edificio y sobretodo a la recien nacida, una preciosa bebé que solamente tenia una semana. Nuestro reloj maternal se puso en movimiento.
Algo que me llama mucha la atención de los senegaleses y que casi se pueden detectar entre otros africanos, es la largaria de sus pestañas. Es increible el rizo que tienen, por eso son tan bellas y bellos.
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