En
todo camino hay baches, y nosotras cogimos uno que nos pinchó la rueda e hicimos
una parada para cambiar la rueda en el taller. Una experiencia que debíamos vivir
también para comprobar la facilidad que tienen para resolver problemas.
Los recreativos del pueblo, lleno de niños jugando al futbolín con cabras y ovejas incluido.
Los recreativos del pueblo, lleno de niños jugando al futbolín con cabras y ovejas incluido.
En un momento de la ruta paramos a comprar mangos, uno de
los frutos más importantes de Senegal, un montón de niños vinieron a pedirnos “cadeau”
que significa regalo en francés. Desde un principio sabíamos que esto iba a
ocurrir, que los niños estaban acostumbrados a pedir regalos a los toubabs. Sabíamos
que el negarles darles algo, suponía una ruptura a lo que ellos estaban
acostumbrados, rompíamos con algo que se había convertido en cultural para
ellos. Nosotras tomamos la decisión de enseñarles que las recompensas se obtienen
a partir de algo, simplemente de una relación amistosa, de interaccionar
durante un tiempo determinado pero no porque si. Nosotras por ser blancas no
somos superiores a nadie, que trabajamos igual que ellos, en distintas
sociedades pero, que no por ello somos la salvación de nadie. Nuestro lema;
COMPARTIR, a partir de ahí cualquier cosa podía ser.
No nos sentimos más sabias que otros turistas que puedan
visitar el país porque es cierto que es un tema complicado, pero esa fue nuestra
decisión en el momento.
Nuestro guía Ismaila nos invitó a probar un fruto que se
dice que solo lo comen las mujeres. Es un fruto muy acido, es duro por fuera y
tiene taquitos por dentro. Se le pone azúcar porque sería imposible de comer si
no lo endulzaras un poquito antes.
Por fin llegamos a Wassadou, justo paramos a dormir en un
campamento a la puerta del parque nacional Niokolo-Koba declarado patrimonio de
la humanidad en el año 1981.
Estuvimos compartiendo momentos con los niños del pueblo y
ocurrió algo muy bonito que os voy a contar. Los niños, como siempre, vinieron
corriendo a buscar un regalo “cadeau”, pero nosotras nos negamos desde el
principio. Almu, se le ocurrió la gran idea de acariciar el brazo a uno de los
niños, a partir de ahí todos quisieron que les diéramos un poco de nuestra
atención y nosotras les dedicamos mimos en la cara, brazos y orejitas.
Cambiamos cadeau por caricias, dinero por amor, un momento increíble ya que más
tarde nos invitaron a visitar sus casas dentro del poblado.
En el campamento cenamos unos mangos y entonces empezó la
gran tormenta. Como en el campamento no teníamos luz, tampoco nos preocupaba
quedarnos sin electricidad, porque simplemente allí no existe.
Un poco el payaso en la habitación y a dormir, que mañana
sería otro gran dia.
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