Por la mañana
nos levantamos y nos dispusimos a pasar una mañana de playa, relajarnos durante
unas horas bajo el sol y disfrutar de aquel maravilloso paraíso.
Después de un dia de sol, una buena comidita en el campamento Barracuda.
Otro de los artes del país es hacer te. De una bolsita hacen hasta 5 veces te. Pero claro está hay que saber cocinarlo bien. Nuestro amigo Bamba con otros senegaleses más hicieron una tarde de buen te.
Y para terminar el paseo, un atardecer extraordinario delante de nuestros ojos.
Una cena de mangos y a difrutar una noche más de Djembé africano en el Bar Calipso y los jovenes del lugar.
A la vuelta
nos encontramos con nuestro amigo Bamba que nos subió a su lancha y nos dio un
pequeño paseo para disfrutar un poco más del paisaje.
Después de un dia de sol, una buena comidita en el campamento Barracuda.
Al terminar una siesta para poder soportar el calor y más tarde un paseo por
la Isla, algo que es muy importante para poder descubrir la verdadera vida y
cultura del país.
Aquí vimos como las niñas vienen de recoger pescados de alguna de las barcas
que acaba de anclar y que viene del océano de atrapar lo que está en sus manos.
Dentro de la aldea de Carabanne, se ve a las mujeres cocinando, muchas de ellas conviven con más de dos mujeres porque entre otras cosas comparten marido. Entre ellas, compañeras y muchas ya casi hermanas llevan la casa con alegría. Comparten la educación de los hijos, limpieza, comida, vestidos y un sin fin de cosas más. Todo un arte para saber llevarlo, ya que nosotras las occidentales no llegamos a entender pero que las mujeres Senegalesas saben explicar muy bien.
Otro de los artes del país es hacer te. De una bolsita hacen hasta 5 veces te. Pero claro está hay que saber cocinarlo bien. Nuestro amigo Bamba con otros senegaleses más hicieron una tarde de buen te.
Más tarde, un partido de futbol que unos amigos catalanes y
madrileños jugarían con un equipo senegalés. Estaba bastante claro que con lo
preparados físicamente que están los nativos una gran paliza les esperaba.
Y para terminar el paseo, un atardecer extraordinario delante de nuestros ojos.
Una cena de mangos y a difrutar una noche más de Djembé africano en el Bar Calipso y los jovenes del lugar.
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